Las uñas reflejan más de lo que se cree. No solo cumplen una función estética, también advierten sobre desequilibrios físicos, golpes mal curados o enfermedades que pasan desapercibidas. Cuando aparecen señales como grietas, manchas, cambios de color o dolor persistente, conviene prestar atención. Este tipo de daños afecta la imagen de las manos o los pies, y genera molestias serias si no se trata a tiempo. Conocer las causas más frecuentes, cómo actuar ante cada situación y cuándo es prudente consultar a un especialista es fundamental para cuidar adecuadamente esta zona del cuerpo. ¿Nos acompañas?
Lesiones por traumatismos: causas más comunes de uñas dañadas
Uno de los motivos más habituales que deterioran la salud de las uñas son los traumatismos. Un golpe con una puerta, una caída o incluso el uso prolongado de calzado ajustado puede causar lesiones visibles. Estas suelen manifestarse como hematomas bajo la uña, dolor al tacto, inflamación y, en casos más severos, desprendimiento parcial o total de la lámina ungueal.
Los hematomas adoptan una coloración oscura y, aunque a veces desaparecen con el tiempo, en otras situaciones requieren atención. Es frecuente ver cómo tras un impacto fuerte aparece una mancha negra bajo la uña. En ese caso, lo más recomendable es buscar formas seguras de curar uñas negras, ya que ignorar el problema puede derivar en infecciones o pérdida de la uña.
Infecciones, hongos y problemas cutáneos
Las uñas no están exentas de infecciones por bacterias u hongos. La humedad constante, los cambios de temperatura o un sistema inmunitario debilitado pueden favorecer el desarrollo de micosis, que son infecciones provocadas por hongos. Estas se reconocen por el engrosamiento de la uña, cambios en su color, textura quebradiza y, en ocasiones, mal olor.
Por otro lado, algunas afecciones cutáneas como la psoriasis o el eccema también afectan directamente la matriz ungueal, deformando la uña o provocando su caída. En estos casos, no basta con aplicar productos cosméticos. Lo ideal es tratar el origen del problema desde un enfoque médico y personalizado.
Uñas encarnadas: dolor, inflamación y riesgo de infección
Uno de los problemas más frecuentes, sobre todo en los pies, son las uñas encarnadas. Esta condición se da cuando el borde de la uña crece hacia el interior del dedo, provocando dolor e hinchazón. Si no se trata adecuadamente, puede aparecer pus, infección o incluso requerir intervención quirúrgica menor. Este tipo de lesiones no solo generan molestias para caminar o usar calzado, también pueden complicarse cuando no se toman las medidas correctas.
Cambios en el color y la textura: señales que no conviene ignorar
El aspecto visual de las uñas dice mucho sobre su estado. Cuando presentan tonalidades diferentes a la habitual, líneas verticales u horizontales, grietas o una superficie irregular, es posible que haya una alteración interna. El estrés, algunas enfermedades metabólicas o problemas circulatorios pueden estar detrás de estos cambios.
Las líneas oscuras, la pérdida de brillo o una textura porosa son señales de alerta. A menudo, las personas intentan disimular estos signos con esmaltes o técnicas de manicura, lo empeora la situación si no se identifica el origen real. Observar con frecuencia las uñas y detectar variaciones tempranas permite actuar con rapidez y eficacia.
Cuidados recomendados y cuándo acudir a un especialista
Mantener una rutina de higiene adecuada es fundamental para conservar las uñas en buen estado. Cortarlas en línea recta, evitar morderlas, no compartir utensilios de manicura y secar bien los pies tras el baño son hábitos simples pero muy eficaces. No obstante, cuando el dolor se intensifica, la coloración se torna anormal, la uña se despega o hay signos de infección, lo mejor es acudir a un podólogo o dermatólogo. Intentar resolverlo sin conocimiento puede generar complicaciones innecesarias.