Decidirse a comprar una mantilla es mucho más que ir a una tienda y escoger un modelo que te guste. Especialmente si es para usar en Semana Santa o en eventos religiosos, la elección lleva consigo muchas cosas más: tradición, protocolo, materiales, simbolismo… y sí, también estética. Pero si solo te fijas en lo bonito del encaje, te vas a quedar corta.
La mantilla no es una prenda cualquiera. Es una pieza que representa algo, y que debe ir acompañada de otros elementos para que el conjunto funcione como debe. Ahí es donde entran las peinas. Sin una buena peina, la mantilla no se luce, no se sujeta bien y no cumple con el efecto que se espera de ella.
Tipos de mantillas y lo que nadie te cuenta
Las hay de tul, chantilly, blonda o encaje de seda. Algunas están hechas a mano y otras son industriales, aunque muchas veces cuesta diferenciarlas a simple vista. Las más valoradas son las que tienen un dibujo simétrico y bien definido, porque eso ayuda mucho a la hora de colocarlas. Si vas a comprar una mantilla para usarla más de una vez, conviene que inviertas en una buena, no solo por la calidad del tejido, sino porque duran muchos años si se cuidan bien.
También hay diferencias en tamaño. Las de media mantilla llegan hasta los hombros o la mitad de la espalda, mientras que las completas caen casi hasta la cintura o más. No se trata solo de estética, sino también de comodidad. Cuanto más larga, más pesada. Y eso afecta a cómo se debe colocar, a qué tipo de peina usar y a cómo se fija con horquillas o broches.
Peinas que no solo son soporte
Las peinas no están ahí solo para sujetar la mantilla. También forman parte del estilo. Las hay altas, medias, con adornos, lisas, de carey, de plástico, de acetato… y no todas valen para todas las mantillas. Una peina muy recargada puede competir visualmente con un encaje muy elaborado. Por eso, al comprar una mantilla, también hay que tener clara la peina que la acompañará.
Lo más habitual es que se combine una peina de líneas sencillas con una mantilla más trabajada, para que no se roben protagonismo. Pero también hay quien hace lo contrario: elige una mantilla más sobria para lucir una peina que haya pasado de generación en generación.
¿Dónde comprar una mantilla con garantías?
No todas las tiendas tienen la misma calidad. Las mantillas son una prenda delicada, y merece la pena acudir a tiendas especializadas o a artesanos que sepan cómo trabajan los materiales. Además, en muchos casos se pueden hacer a medida, lo cual es una ventaja si se quiere algo más personal o que encaje perfectamente con tu estatura y forma de rostro.
Y aunque el encaje parezca lo más importante, no hay que olvidar el resto del conjunto: vestido negro, sin escote, sin brillo, sin estridencias. Porque comprar una mantilla no es un simple acto de compra. Es prepararse para una ocasión que tiene un peso simbólico y emocional muy fuerte para muchas personas.
Por eso, si vas a hacerlo, hazlo bien. No improvises. Pregunta, compara y elige con criterio. Porque una mantilla no se lleva de cualquier forma, ni se compra sin pensar. Y cuando se hace bien, se nota.