Al llegar a cierta edad, el cuerpo sufre modificaciones que exigen que la dieta se reorganice para obtener una cantidad de nutrientes óptima y se suprimen ciertos alimentos que no resultan tan provechosos, como las grasas. Sin embargo, a veces, faltan ideas para preparar comidas que resulten deliciosas y que, a su vez, sean adecuadas para mantener la buena salud.
Las personas mayores tienen una serie de condiciones que hacen que su vida se vea modificada a medida que transcurren los años. Una de las áreas que más hay que trabajar es la de la alimentación, porque es necesario asegurar que sea saludable, llena de nutrientes y que no ponga en riesgo el sabor, para que sus consumidores puedan sentirse cómodos a la hora de comer.
Si no se tiene claro cómo debe ser un menú semanal para personas mayores, es necesario advertir que el mismo debe ser equilibrado, con mayor cantidad de frutas y verduras, bajo en grasas nocivas, sal y azúcar, y que cubra cada uno de los niveles de la pirámide alimenticia en su justa medida.
Tener un menú planificado en casa no solo es positivo para las personas mayores, sino también para toda la familia. Esto puede ayudar a tener la mente libre de preocupaciones, contribuir con el ahorro de dinero y facilitar que se coman con equilibrio los distintos grupos de alimentos.
Para que las personas mayores se sientan favorecidas, hay que permitirles participar en la elección de los alimentos, así se sentirán útiles y habrá seguridad de que disfrutarán cada día con lo que comen. En caso de que no puedan hacerlo por alguna condición, merece la pena recordar cuáles eran sus comidas favoritas en años anteriores y buscar complacerlos en la medida que sea posible.
Otro dato importante, es que los menús deben ir ajustados a las condiciones de salud particulares que cada uno tenga, pues es poco común que a cierta edad no se empiecen a manifestar ciertas condiciones, como la hipertensión o la diabetes. En dichos casos, lo más recomendable es aplicar ajustes, según las recomendaciones de su médico tratante.
Ahora bien, las ideas de comidas son muy variadas, y por eso hoy solo planteamos algunas opciones que se pueden modificar o ajustar según cada caso.
En el desayuno, lo más importante es cerciorarse de que rompan con el tiempo sin consumir alimentos durante la noche, sobre todo, cuando tienen problemas de azúcar.
Las frutas, los lácteos y los cereales, son siempre bienvenidos a esta hora del día, por lo que comer un tazón de avena con algún trozo de fruta de temporada, aportará lo necesario. Otra opción igual de buena, puede ser comer un yogur, una taza de café y fruta, o incluso un trozo de pan untado con aceite de oliva y tomate natural.
El almuerzo es el plato más fuerte del día y hay que asegurar que las cantidades suministradas sean suficientes para calmar el apetito. Las verduras deben ocupar la mayor parte del plato en este caso y se pueden hacer salteadas, horneadas o a la plancha. También hace falta incluir alguna proteína y guarnición.
Un ejemplo de plato completo en este caso, puede ser un trozo de pechuga de pollo a la plancha, con un salteado de brócoli, zanahoria, cebolla y ajo, y un poco de arroz integral.
La cena suele tener una connotación similar al almuerzo, con cantidades más pequeñas. Una buena opción puede ser un trozo de pescado horneado con verduras (por ejemplo, berenjena y calabacín), más un trozo de fruta.
Si es necesario, se pueden incluir picoteos entre las comidas, con frutas, cereales sin azúcar, yogur, entre otros.
La idea al crear un menú, es ir valorando las opciones de comidas, para también asegurar que se coma variado a lo largo de la semana. Al final, tanto la planificación como la ejecución, pueden ser de lo más divertidas y es un momento que se puede disfrutar mucho.