Si entrenas con frecuencia y además usas una calza deportiva cómoda y de calidad, seguro quieres que tu calzado deportivo también se mantenga en perfectas condiciones. Un buen par de zapatillas no solo mejora tu rendimiento, sino que protege tus pies y articulaciones, previniendo lesiones. Sin embargo, el desgaste por el sudor, el polvo, la humedad o el uso constante puede reducir su vida útil rápidamente si no se les da un cuidado adecuado. Aquí te compartiremos consejos prácticos para mantenerlas limpias, secas y en excelente estado después de cada entrenamiento.
Limpieza inmediata después de entrenar
Lo primero que debes hacer es retirar la suciedad superficial. Después de correr, entrenar en el gimnasio o hacer cualquier actividad intensa, tus zapatillas acumulan polvo, barro o sudor. Limpiarlas inmediatamente evita que los residuos se adhieran al material.
Puedes usar un paño húmedo o un cepillo suave para quitar la suciedad de la parte exterior y la suela. Ese hábito sencillo mantiene el calzado con mejor apariencia y evita que se deteriore antes de tiempo. Además, es recomendable retirar los cordones y las plantillas para limpiarlos por separado.
Las plantillas absorben mucho sudor y, si no se ventilan, pueden generar mal olor. Lávalas con agua tibia y jabón suave y deja que se sequen al aire libre, nunca al sol directo ni en secadora, porque podrían deformarse.
Secado correcto y ventilación
El secado adecuado es clave para prolongar la vida de tus zapatillas. Después de limpiarlas, colócalas en un lugar ventilado, lejos de la luz solar directa o fuentes de calor como radiadores. La exposición directa endurece los materiales y hace que pierdan elasticidad.
Si tus zapatillas se han mojado durante el entrenamiento, puedes rellenarlas con papel periódico para absorber la humedad. Cambia el papel cada cierto tiempo hasta que estén completamente secas. Eso hace que mantengan su forma y evita la proliferación de bacterias y malos olores.
Guardado adecuado
Al igual que una calza deportiva bien cuidada, tus zapatillas también necesitan un espacio apropiado para guardarse. Evita dejarlas apiladas o dentro de bolsas cerradas donde no circule el aire. Lo mejor es colocarlas en un estante ventilado o en un zapatero que permita que respiren. Mantenerlas en un lugar seco y fresco conserva los materiales para que el sudor acumulado no provoque olores o deformaciones.
Rotación de calzado
Si entrenas varias veces por semana, lo recomendable es tener más de un par de zapatillas. Alternarlas permite que cada par tenga tiempo de airearse y secarse completamente entre entrenamientos. Así, prolongas la vida del calzado y le das un mejor soporte a tus pies, ya que los materiales tienen tiempo de recuperar su forma y amortiguación.
Limpieza de suelas y mantenimiento interno
No olvides la suela, que es la parte que más desgaste sufre. Retira restos de arena, piedras o barro que puedan quedar incrustados para que la suela no se desgaste de manera irregular y prolonga su agarre en diferentes superficies. Igualmente, puedes usar un cepillo pequeño para limpiar ranuras y mantener la tracción óptima.
En el interior, aparte del secado de las plantillas, espolvorea un poco de bicarbonato de sodio para absorber la humedad y neutralizar olores. Déjalo actuar durante unas horas y luego sacúdelo antes de volver a usar las zapatillas.
Revisión periódica
Aunque no se vean dañadas, es importante revisar tus zapatillas con regularidad. Observa si el material se ha endurecido, si la suela empieza a desgastarse de manera irregular o si las costuras se debilitan. Detectar esos problemas a tiempo te permite repararlas o reemplazarlas antes de que afecten tu rendimiento o generen molestias en tus pies.



